8.6.07

¿QUÉ ES LA INTIMIDAD?

La vida tiene que ver con darse a conocer. Todos los días, nos damos a conocer de mil maneras a las personas que nos rodean y al mundo. Todo lo que decimos y hacemos revela algo sobre quiénes somos. Incluso las cosas que no decimos y las que no hacemos les cuentan a los otros algo sobre nosotros. La vida es compartirnos con la humanidad en este momento de la historia.

En las relaciones con los demás, con demasiada frecuencia dedicamos tiempo y energía ocultar nuestro verdadero yo a los otros. Es aquí que encontramos la mayor paradoja que rodea nuestra lucha por la intimidad. Toda la experiencia humana es una búsqueda de armonía entre fuerzas opuestas, y nuestra búsqueda de intimidad no es excepción.

Anhelamos la intimidad pero la evitamos. La necesitamos, pero huimos de ella. En un nivel profundo, percibimos que tenemos una profunda necesidad de intimidad, pero también tememos alcanzarla. ¿Por qué? Evitamos la intimidad porque tener intimidad implica exponer los secretos de nuestros corazones, mentes y almas con otro ser humano imperfecto y frágil. La intimidad exige que le permitamos a otra persona descubrir qué nos moviliza, qué nos inspira, qué nos impulsa, qué nos obsesiona, hacia dónde corremos y de qué huimos, qué enemigos autodestructivos yacen dentro de nosotros y qué sueños locos y maravillosos albergamos en nuestros corazones.

Tener una verdadera intimidad con otra persona significa compartir todos los aspectos de nuestro ser con esa persona. Tenemos que estar dispuestos a quitarnos las máscara y bajar la guardia, a hacer a un lado nuestras poses y compartir lo que nos está moldeando y lo que está dirigiendo nuestra vidas. Este es el mayor don que podemos darle a otro ser humano: permitirle simplemente que nos vea como somos, con nuestras fortalezas y nuestras debilidades, nuestras fallas, nuestros fracasos, nuestros defectos, nuestros talentos, nuestras habilidades, nuestros logros y nuestro potencial.

Realidad versus Ilusión

Las relaciones nos mantienen honestos. Nos dan el espejo necesario para que nos veamos y nos conozcamos a nosotros mismos. Aislados y solos podemos convencernos de cualquier disparate, pero las otras personas nos mantienen en la realidad sacándonos de nuestros mundos imaginarios. Las relaciones nos ayudan a salir de nuestras percepciones engañosas y a entrar en la realidad. Así es que la intimidad es el espejo del ser real. Conversar y relacionarse con una variedad de personas en nuestra vida cotidiana saca a la luz los engaños que a menudo nos inventamos sobre nosotros mismos y en lo que creemos.

¿Por qué tenemos miedo?

El problema es que tenemos miedo. Tenemos miedo de mostrarnos, de compartirnos, de permitir que otros entren en nuestro corazones, nuestra mentes, nuestras almas. Tenemos miedo de ser nosotros mismos. Tenemos miedo de que si se llega a saber realmente cómo somos, no nos quieran. Pero, no podemos ser amados por quien somos si no nos mostramos. Ocultos nunca experimentaremos la intimidad.

Fuente: Los siete niveles de la intimidad, Matthew Kelly